Cómo priorizar proyectos en 2025: qué criterios deben usarse para la selección y priorización de proyectos

La mayoría de las organizaciones tienen que hacer frente a un volumen tal de demanda que se ven desbordadas ante todo ese trabajo. Ya sea proyectos de transformación digital, peticiones urgentes de clientes, o las ya clásicas tareas internas que “no pueden esperar”, al final los equipos acaban gestionando más tareas de las que realmente pueden acometer.
Y, sin un proceso para decidir qué merece realmente atención, lo que reina entonces es el caos. Se incumplen los plazos y los presupuestos de los proyectos, los equipos se queman, y los directivos se preguntan por qué no se concreta ninguna iniciativa verdaderamente estratégica.
Y es aquí donde entra en juego la priorización de proyectos. En este artículo, te vamos a explicar todos los criterios, técnicas y herramientas que tu PMO necesita para priorizar los proyectos de tu organización. Y es que, como verás, es un proceso que no trata de ver quién grita más fuerte en las reuniones, ni qué departamentos tienen el mayor presupuesto, sino en tomar decisiones inteligentes basadas en datos y alineadas con la estrategia del negocio.
¿Qué es la priorización de proyectos?
La priorización de proyectos es un proceso estructurado para evaluar, clasificar y seleccionar proyectos en función de su valor, urgencia, viabilidad y alineación con la estrategia del negocio.
No consiste únicamente en puntuar los proyectos del 1 al 10. La priorización de proyectos es la base sobre la que se sustenta una eficiente Gestión del Portfolio de Proyectos y así las organizaciones pueden:
- Conectar la estrategia y ejecución
- Asegurarse de que los equipos estén trabajando en lo correcto, en el momento idóneo y por las razones adecuadas y que tu organización ahorre así millones en presupuesto y miles de horas de trabajo.
Bien implementado, la priorización de proyectos será el proceso sobre el que pivote buena parte de las decisiones en tu organización, ya que por sí solo ayuda a filtrar el ruido y a enfocarse en lo que realmente genera impacto estratégico.

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Beneficios de la priorización de proyectos
Y es que un proceso maduro de priorización de proyectos va a transformar por completo la forma en que tu organización genera valor. Éstos son sus principales beneficios:
- Mayor ROI: al invertir en iniciativas que prometen el mayor retorno estratégico y financiero, esto hace que se descarten los proyectos de bajo impacto que consumen recursos sin aportar un valor real, pudiendo así concentrar tus esfuerzos donde realmente haga falta.
- Mejores indicadores de entrega de proyectos: cuando se priorizan los proyectos en función de su viabilidad y encaje estratégico, hay muchas más posibilidades de que éstos se entreguen a tiempo, dentro del presupuesto y cumplan los resultados esperados.
- Gobernanza más efectiva: un buen proceso de priorización de proyectos aporta consistencia y transparencia. Olvídate de las aprobaciones aleatorias del responsable de turno o de que se prioricen los proyectos improvisadamente en una presentación de PowerPoint. La priorización de proyectos ofrece a los responsables de toma de decisiones un marco claro, alinea a los departamentos, y facilita la gestión de los conflictos de recursos y la identificación proactiva de riesgos.
- Mayor compromiso de los stakeholders: cuando la priorización es colaborativa y basada en criterios claros y acordados, los stakeholders confiarán en los resultados. Además, se reducen las tensiones internas, se alinea a los equipos en torno a objetivos comunes, y se eliminan los proyectos “fantasma” impulsados por los intereses personales del responsable de turno.
- Mayor cohesión de los equipos: la priorización de proyectos aporta claridad a los equipos. Y es que cuando las personas tienen claro en dónde deben enfocar sus esfuerzos y cómo pueden generar valor al negocio, es cuando rinden mejor.
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¿Qué ocurre si no se disponen de criterios de priorización de proyectos?
Cuando una organización no cuenta con un proceso estructurado para priorizar proyectos, es como ir navegando a ciegas.
El problema no es solo la ineficiencia operativa, sino que es algo que va mucho más allá: los proyectos se acumulan, no hay visibilidad sobre lo que hay en marcha, y los equipos terminan persiguiendo tareas que aportan poco o nada al crecimiento a largo plazo.
Aquí te dejamos un desglose del caos que se desata cuando la priorización de proyectos brilla por su ausencia o está mal implementada.
1.Sobrecarga de proyectos
Sin un marco de priorización de proyectos, la respuesta por defecto ante cada nueva idea o solicitud es un “SÍ”. Esto acaba desencadenando en tener que gestionar decenas de iniciativas, todas ellas compitiendo por los mismos recursos limitados.
Los equipos gestionan este volumen de trabajo como pueden hasta que empiezan los problemas: se incumplen los plazos, baja la calidad de los entregables y los equipos, desesperados, se queman.
Lo curioso del caso es que, seguramente, la mitad de esas solicitudes de proyecto nunca deberían haber pasado de la fase de idea. De ahí la importancia de contar con marco de priorización para evitar una situación que, por otra parte, es bastante común en medianas y grandes empresas.
2. Se priorizan las decisiones políticas que los criterios estratégicos
En ausencia de una toma de decisiones estructurada, las influencias y la “política de pasillo” se convierten en la norma a la hora de priorizar proyectos. Los proyectos impulsados por el HiPPO (Highest Paid Person’s Opinion) o los stakeholders más insistentes son los que acaban recibiendo luz verde, incluso si carecen de valor estratégico.
Escuchar a los ejecutivos y a los stakeholders es importante, nadie dice lo contrario. Ahora bien, una cosa es escucharlos y otra bien distinta es que sean ellos los que decidan la ruta estratégica de la organización.
Y es que cuando la priorización de un proyecto depende únicamente de quién grita más fuerte o del nivel de influencia de cada uno, al final cada departamento velará por sus propios intereses. Sin un modelo de evaluación estructurado, es imposible comparar las iniciativas de forma objetiva. Las tensiones entre los equipos serán constantes, y la alineación interdepartamental será una utopía.
3. Todos los proyectos son para ya mismo
Sin un proceso de priorización bien definido, todos los proyectos pasan a ser urgentes y a tener la máxima prioridad, por lo que los equipos estarán trabajando siempre en un estado de emergencia permanente.
¿El resultado? La planificación y gestión de los proyectos pasa a ser reactiva en vez de proactiva. Además, se pierde la capacidad de gestionar dependencias, secuenciar tareas y hacer compromisos de entrega realistas.

4. Las prioridades estratégicas son ignoradas
Cuando las iniciativas no están claramente vinculados a los objetivos estratégicos, los portfolios de proyectos se convierten entonces en una amalgama de ideas y cosas por hacer desconectadas entre sí. En lugar de avanzar en la dirección del negocio, los equipos malgastan tiempo en lo más ruidoso, visible o políticamente conveniente.
Esta brecha estratégica es realmente peligrosa, ya que implica que se están asignando recursos sin criterio alguno, y los líderes tampoco tienen forma de saber si la empresa está realmente avanzando hacia los objetivos establecidos.
5. Asignación de recursos ineficiente
Da igual que asignes el mejor talento y un gran presupuesto a un proyecto. Si éste no ha sido priorizado correctamente, está condenado a fracasar.
Sin priorización, los recursos acaban diluyéndose entre todas las iniciativas, y los proyectos que realmente son importantes acaban frenándose por falta de financiación, atención o capacidad. Acabas invirtiendo muchos recursos, pero generando poco valor.
6. No hay acuerdo para decidir los criterios de priorización
Cada departamento vela por sus propios intereses, por lo que cada uno elegirá sus propios criterios para priorizar los proyectos: uno priorizará los ingresos potenciales, el otro la urgencia del cliente, el de más allá por puro instinto…Y así todo el tiempo.
Sin unos criterios unificados, es imposible llegar a acuerdos sobre qué debe priorizarse, lo que genera confusión, desconfianza en el proceso, y desalineación en todos los niveles.
7. Falta de visibilidad
Cuando no hay criterios de priorización, es también muy común que surjan proyectos “en la sombra” y que algunos departamentos lancen iniciativas por su cuenta. ¿El resultado? Al final no sabes qué proyectos hay activos en el pipeline de la organización ni hacia dónde van los recursos.
Y, en un contexto así, en el que no hay un sistema centralizado de gestión de solicitudes, es imposible gestionar la demanda ni planificar la capacidad, por lo que poner a trabajar a los equipos en la entrega de valor es una quimera.
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Cómo no priorizar los proyectos: 5 métodos desfasados que no debes usar
Todo lo anterior desemboca en un mismo punto: unas carteras de proyectos y productos totalmente fuera de control y con un alto porcentaje de iniciativas que fracasan. A ello también contribuye que muchas organizaciones utilizan unos criterios de priorización anclados en el pasado, los cuales imposibilitan la capacidad para priorizar de manera objetiva.
Si en tu organización todavía se está utilizando algunas de estas técnicas para priorizar los proyectos, es el momento de que reconsideréis seriamente este proceso.
1. El modelo ROI
El Retorno de Inversión es, con toda lógica, uno de los criterios más decisión más relevantes a la hora de priorizar proyectos. Y es que, ¿qué organización no busca maximizar los beneficios financieros?
Y este es precisamente el problema: el ROI es un criterio unidimensional. Es un indicador que proyecta lo que podrías ganar en relación con lo invertido, pero no te dice nada sobre otros criterios que se deben tener en cuenta a la hora de priorizar proyectos, como por ejemplo:
- El valor estratégico.
- Los riesgos.
- Las dependencias.
- La urgencia.
- La experiencia del cliente.
- La reputación de marca.
Otro inconveniente de este modelo es que ignora el valor del dinero en el tiempo y trata todos los proyectos como si fueran iguales en complejidad y riesgo. Por ejemplo, un proyecto pequeño y de bajo riesgo puede tener un ROI excelente, pero el impacto que va a generar no puede compararse con el de una iniciativa de transformación estratégica con beneficios a largo plazo.
En definitiva, no se trata de descartar el ROI como un criterio decisivo para la priorización de proyectos, sino que no sea el único factor a tener en cuenta.
2. La ley del que grita más fuerte
Dar luz verde a un proyecto sólo porque alguien de la Alta Dirección lo dictamina así o porque un stakeholder no deja de insistir con su proyecto en cada reunión no es un criterio priorización, es pura política.
Esto da lugar a carteras de proyectos llenas de iniciativas personales que no aportan valor real al negocio. Con este criterio lo único que se consigue es fomentar una cultura de influencia en lugar de otra basada en el análisis de datos. La toma de decisiones está totalmente desvinculada del valor empresarial, y el éxito de los proyectos depende más de a quién conoces que del problema que estás resolviendo.
3. Priorizando proyectos en hojas de cálculo
Sí eres todavía una de esas organizaciones que sigue gestionando y priorizando proyectos con Excel, “Houston, tenemos un problema”. Es la herramienta más cómoda de todas, nadie duda de eso. Pero, aunque los datos de una hoja de cálculo puedan parecer estructurados a simple vista, suelen estar plagados de puntuaciones subjetivas, criterios inconsistentes y ponderaciones poco claras.
Además, es un método que carece de transparencia, muy propenso al error humano, versiones desactualizadas y fallos en las fórmulas. Y, lo peor de todo, no es escalable. Si en tu organización se gestionan una buena cantidad de proyectos, las hojas de cabeza no son más que un dolor de cabeza administrativo y el talón de Aquiles de la cadena de gobernanza.
4. Lo que decida el CEO o el CIO es lo que cuenta
Cuando la priorización de los proyectos depende de alguien de la Alta Dirección, la organización se estanca. Los proyectos avanzan o se descartan según el criterio y la disponibilidad de esa persona, que muchas veces está desconectada de la realidad operativa.
Otros inconvenientes de este enfoque Top-Down para la priorización de proyectos son los siguientes:
- Elimina el input de los equipos.
- Bloquea la innovación desde la base.
- Se sobrecarga a los líderes de la organización, los cuáles deberían centrarse en marcar la dirección estratégica, no microgestionando qué se hace y qué no.
5. Asignación de presupuesto a cada departamento
Otro enfoque que, a simple vista, parece lógico: se reparte a cada área de la empresa un presupuesto, y después cada departamento decide en qué invierte ese presupuesto.
Si bien muchas empresas operan de esta manera, lo cierto es que este enfoque puede crear silos organizacionales en los que cada departamento financie iniciativas que no estén alineadas entre sí ni con la visión global del negocio.
Además, iniciativas transversales que realmente vayan a suponer una transformación tienen más difícil salir adelante con este enfoque ya que, como no pertenecen a un solo departamento, suelen quedarse estancadas. Sin unos criterios de priorización de proyectos a nivel organizacional, no se puede comparar el impacto entre áreas, y el resultado es que se financian iniciativas de bajo valor mientras se dejan fuera los proyectos estratégicos que aportan valor al negocio.

Entonces, ¿cuáles son las mejores técnicas para priorizar proyectos?
Ahora que hemos repasado todas las técnicas de priorización de proyectos que ya no funcionan, vamos a centrarnos ahora en lo que sí da resultados.
Las siguientes técnicas de priorización de proyectos, bien implementadas, aportan estructura y transparencia a la hora de priorizar proyectos.
1. Modelo de puntuación
Comencemos con la que es seguramente la opción más versátil y estructurada para la priorización de proyectos. Un modelo de puntuación es una herramienta que evalúa los proyectos en función de una serie de criterios ponderados, como por ejemplo:
- La alineación estratégica.
- El ROI.
- La demanda de recursos.
- Los riesgos del proyecto.
- El impacto en el cliente.
- El cumplimiento normativo.
- Etc.
Cada proyecto se puntúa en función de estos factores y después se calcula la puntuación total para así poder comparar todas las iniciativas de manera justa.
Beneficios del modelo de puntuación:
- Es personalizable: puedes adaptar los criterios y la importancia de cada uno en función de los objetivos estratégicos.
- Es transparente: todos pueden ver cómo y por qué se han priorizado (o no) los proyectos.
- Es colaborativo: los stakeholders pueden contribuir a crear el marco de evaluación.
2. MoSCoW
El método MoSCoW es una técnica de priorización en la que se clasifican los proyectos o requerimientos en 4 categorías:
- Must-have: elementos imprescindibles sin los cuales el proyecto fracasa.
- Should-have: importantes, pero no críticos.
- Could-have: deseables si hay tiempo o recursos disponibles.
- Won´t have: explícitamente fuera del alcance de la organización por ahora.
MoSCoW, bien implementado, es ideal para gestionar el alcance, sobre todo en entornos Agile, y evita el siempre tan temido scope creep. Pero ojo, hay que evitar caer en la tentación de categorizar todos los proyectos como ‘Must’. Para ello, es recomendable establecer límites (por ejemplo, que no más del 50% de los proyectos sean ‘Must’) y definir bien cada categoría.
3. Método RICE
RICE es un framework que, aunque originalmente creado en el ámbito de la gestión de productos, está ganando poco a poco tracción en otros contextos como la gestión de proyectos. Es un método que, a la hora de priorizar proyectos, obliga a los equipos a evaluar:
- El alcance del proyecto: ¿a cuántos usuarios o clientes afectará?
- Su impacto: ¿con qué intensidad les afectará?
- La confianza en el proyecto: ¿qué tan seguros estamos de nuestras estimaciones de rentabilidad del proyecto?
- El esfuerzo: ¿cuánto tiempo y recursos requiere?
El método RICE es especialmente útil cuando hay muchas ideas en liza y poca capacidad disponible. Eso sí, es probable que, para proyectos de gran escala, tengan que hacer ajustes y nuevas estimaciones cada cierto tiempo.

4. Matriz de prioridad
Las matrices de prioridad (como la matriz Eisenhower o Valor vs Esfuerzo) son cuadrantes 2×2 que permiten visualizar rápidamente donde se sitúan los proyectos en base a dos dimensiones. Por ejemplo:
- Valor vs esfuerzo: ayuda a identificar Quick Wins y proyectos que no merecen la pena el esfuerzo.
- Urgencia vs importancia: permite diferenciar entre aquellos proyectos que son más una distracción e iniciativas realmente estratégicas.
A la hora de priorizar proyectos, es una buena herramienta para hacer una primera criba. Pero tal vez no sea la mejor opción para decisiones más complejas, ya que no captura otros matices clave de la gestión de proyectos, como las dependencias de los proyectos, los riesgos o el cumplimiento normativo.
5. Story mapping
La última técnica de priorización que vamos a analizar es el Story Mapping. Especialmente útil en entornos Agile, el Story Mapping es una herramienta que ayuda a visualizar el recorrido del usuario y organiza funcionalidades o componentes del proyecto en función del flujo y la prioridad.
Es colaborativo, visual y mantiene el foco en la entrega continua de valor, ayudando a los responsables de proyecto a:
- Definir MVPs (Productos Mínimos Viables).
- Secuenciar entregables o releases.
- Generar una visión compartida entre equipos.
¿Cómo priorizar proyectos? Una guía paso a paso
Ahora que conoces las técnicas, es el momento de ponerlas en práctica. Este marco de 7 pasos te ayudará a convertir la teoría en un proceso práctico y repetible para priorizar proyectos en toda tu organización.
1. Define los criterios de priorización para tu organización
Antes de evaluar cualquier proyecto, necesitas definir qué es lo más importante para tu organización. Éstos son los criterios más comunes a la hora de priorizar los proyectos:
- Alineación estratégica: ¿este proyecto respalda tus objetivos e iniciativas clave?
- Retorno de inversión esperado: ¿qué retorno ofrece, ya sea financiero u otro?
- Nivel de riesgo: ¿cuáles son las probabilidades de que falle…o tenga éxito?
- Urgencia: ¿hay plazos asociados a normativas, ventanas de oportunidad o dependencias?
- Esfuerzo o demanda de recursos: ¿cuánto tiempo en tiempo, dinero y personas?
- Impacto en el cliente: ¿mejorará la satisfacción y retención de los clientes?
- Capacidad de diferenciación competitiva: ¿este proyecto ayuda a la organización a destacarse de la competencia?
- Sostenibilidad e impacto ambiental: ¿cómo contribuye a los principios ESG?
- Impacto organizacional: ¿impulsa un cambio positivo en la forma en que la organización trabaja y se adapta al cambio?
- Viabilidad tecnológica: ¿se dispone en la organización de la tecnología necesaria?
- Time-to-value: ¿cuánto tiempo tardará el proyecto a entregar beneficios tangibles e intangibles?
- Apoyo de stakeholders: ¿cuenta con el respaldo de directivos y los departamentos involucrados?
- Complejidad de implementación: ¿el proyecto es técnicamente complejo o implica una gestión de cambio significativa?
- Impacto geográfico: ¿a cuántas regiones, filialines o unidades de negocio afecta?
- Nivel de innovación: ¿aporta algo nuevo o rompe con el status quo?
- Habilitación de otros proyectos: ¿este proyecto desbloquea o habilita otros proyectos clave en la organización?
Al elegir los criterios, debes ponderar la importancia de cada uno, es decir, cuánto influye cada criterio en la puntuación final del proyecto. Para ello, debes involucrar a los stakeholders desde el principio del proceso para así ganarte su compromiso y garantizar la alineación estratégica.

2. Evalúa los proyectos según su valor para el negocio
Una vez definidos los criterios de priorización, es hora de que los proyectos pasen por ese filtro. Este paso implica evaluar cada iniciativa propuesta o en curso según el valor que aporta a la organización. Para ello, además de valerte de los criterios de priorización para cuantificar el valor de cada proyecto, puedes usar también éstas dos técnicas:
- Mapeo estratégico: puedes poner en práctica algún framework de planificación estratégica como OKR para conectar cada proyecto con los objetivos generales.
- Entrevistas o workshops con stakeholders o los usuarios finales para conocer de primera mano cuáles son sus prioridades.
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3. Filtra los proyectos por urgencia
El valor es un indicador que te dice qué es importante. La urgencia, en cambio, te dice cuándo es importante.
No sólo debes evaluar los proyectos en función del valor, sino también en función de su urgencia. Así, podrías distinguir mejor entre aquellas prioridades estratégicas y otras necesidades más sensibles al tiempo, como entregar un proyecto antes de una ventana de lanzamiento.
Eso sí, al poner el foco en la urgencia se corre el riesgo de caer en una toma de decisiones reactiva. Por ello, la urgencia debe evaluarse después de valorar el impacto del proyecto. Así, no sólo se prioriza por presión o fechas límite, sino que usas este indicador como herramienta de secuenciación, no como motor de la estrategia.
4. Mapea las dependencias entre proyectos
Es en este paso donde muchas PMOs fallan. Y es que los proyectos rara vez existen de forma aislada. Puede darse el caso de que un proyecto de bajo impacto pueda ser un habilitador clave para otro de alto impacto. O que varios proyectos puedan estar compitiendo por los mismos recursos.
Entender estas interdependencias es esencial tanto para la priorización de proyectos como para la Gestión de Recursos. Y, para mapear dependencias, debes valerte de un software PPM como el de Triskell, con funcionalidades específicas que te permitan visualizar las diferentes dependencias entre proyectos y tareas. Por ejemplo:
- Diagramas de Gantt: te permite visualizar cronogramas, hitos y relaciones de dependencias entre tareas o proyectos. Es especialmente útil para identificar cuellos de botella, visualizar retrasos en cadena y planificar la ruta crítica de los proyectos.
- Masterplan & hojas de ruta: es perfecto para ver cómo se relacionan los proyectos a lo largo del tiempo y con los objetivos estratégicos. Te ayuda a conectar las iniciativas con los OKRs o los objetivos corporativos, a sincronizar las entregas clave de varios proyectos, o a visualizar las dependencias estratégicas a largo plazo.
- Tableros Kanban: aunque es una funcionalida más orieintada a los equipos Agile, son útiles también para visualizar bloqueos, detectar dependencias entre tareas de distintos equipos, y promover una gestión colaborativa.

5. Estima el alcance, el calendario y el coste total de cada proyecto
A estas alturas del proceso, que ya has visualizado el valor, la urgencia y las dependencias, ya tendrás más o menos una lista más delimitada de los proyectos que se deben priorizar de vuestro backlog. Pues bien, es en este paso cuando empiezas a poner cifras reales sobre tus candidatos priorizados.
En este paso es cuando debes estimar:
- El alcance: ¿qué está dentro? ¿Qué está fuera ¿Qué sería aspiracional?
- El calendario: ¿cuándo puede arrancar el proyecto? ¿Cuánto durará?
- Los costes: ¿cuál debería ser el presupuesto, incluyendo personal, herramientas, infraestructura y proveedores?
Este paso es clave para la viabilidad de los proyectos. Y es que, por mucho que un proyecto pueda parecer valioso y urgente, si descubres que requerirá varios años y consumirá casi la mitad de tu presupuesto, entonces a lo mejor no merece la pena priorizarlo.
Para evitar sorpresas a la hora de estimar el alcance, el calendario o los costes del proyecto, puedes valerte de alguno de las siguientes técnicas de estimación:
- Estimación análoga (basada en los datos de proyectos anteriores).
- Estimación de 3 puntos (optimista, pesimista, más probable).
- Estimación bottom-up (desglose por paquetes de trabajo).
6. Evalúa tu presupuesto frente al coste de los proyectos
En paralelo al punto anterior, debes analizar la viabilidad financiera de esos proyectos más propensos a ser priorizados y comparar las estimaciones de coste con el presupuesto disponible.
En este paso es cuando definirás tus expectativas de inversión en los proyectos para los siguientes meses / años. Algunas buenas prácticas para este proceso:
- Usa umbrales de financiación para decidir qué proyectos se aprueban o se posponen.
- Identifica proyectos de alto valor que, por cuestiones presupuestarias, podrían posponerse al siguiente ciclo.
- Realiza Simulaciones de Escenarios con un software PPM como Triskell para ver cómo afectaría a la financiación tus decisiones a la hora de priorizar los proyectos.

7. Analiza la capacidad del equipo
Por último, una vez que definas el presupuesto para cada proyecto aprobado, no te olvides de lo más importante: ¿tienes el personal necesario para completar con éxito esos proyectos?
Debes comprobar tu capacidad de recursos frente a la carga de trabajo que implican los proyectos que se han priorizado. ¿Tienes a las personas adecuadas, con las habilidades necesarias, disponibles para colaborar cuando se le requiera? Si no es el caso, te arriesgas a sobrecargar al personal, a que el proyecto se retrase o, peor aún, a que fracase.
A la hora de afrontar este paso, un software PPM como Triskell te permite:
- Visualizar en tiempo real qué recursos están disponibles y cuándo.
- Anticipar la demanda de recursos en función del alcance estimado.
- Identificar cuellos de botella o brechas de habilidades.
- Hacer ajustes en las carteras de proyectos o en el calendario en función de la capacidad real de tu organización.

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Alinea la priorización de proyectos con la capacidad de tu organización
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Priorizando proyectos, programas y portfolios con Triskell
Priorizar proyectos es algo que hay que acometer con especial cuidado, especialmente cuando tienes que gestionar decenas e incluso cientos de iniciativas entre los diferentes equipos y departamentos de la organización.
Triskell Software es una plataforma PPM diseñada para que medianas y grandes empresas puedan planificar su estrategia y gestionar sus carteras de proyectos y productos. Todo desde una única interfaz.
Así es como Triskell aporta claridad, estructura y control al proceso de priorización de proyectos.
Alinea estrategia y ejecución en una única solución PPM
Con Triskell, puedes definir tus objetivos estratégicos y desglosarlos a través de las diferentes carteras de tu organización. Con los Balanced Scorecards de Triskell puedes evaluar y clasificar cada iniciativa en función de los criterios que tú elijas, como el ROI, el impacto en el cliente, los riesgos o el nivel de innovación.

Modelado y Simulación de Escenarios
¿Y si el presupuesto se reduce un 20 %? ¿Y si hay que retrasar un proyecto 3 meses? Con las herramientas de planificación de escenarios de Triskell puedes planificar con antelación éstos y otros muchos contratiempos en apenas unos segundos., sin que afecte tu plan operativo actual.

Capacidad de recursos conectada con la demanda
Además, con Triskell puedes vincular tus decisiones de priorización con la disponibilidad real de tus recursos, y permite:
- Anticipar necesidades de recursos según habilidades, equipos o ubicaciones.
- Detectar sobrecargas de trabajo antes de que generen cuellos de botella.
- Asignar recursos de forma dinámica entre proyectos y portafolios.

Visibilidad total de los proyectos y recursos
Desde una única plataforma puedes ver:
- Qué proyectos están en el pipeline.
- Cuáles han sido aprobados.
- Cómo se alinea cada proyecto con la estrategia.
- El estado del presupuesto y de los recursos a nivel global.
Conclusión: por qué priorizar proyectos es más importante que nunca
La priorización de proyectos no es solo una herramienta de planificación—es el pilar de la ejecución estratégica. Al evaluar de manera sistemática qué iniciativas merecen realmente atención, las PMOs y los líderes de proyectos pueden asignar recursos de forma inteligente, eliminar el ruido y generar un impacto real.
Un buen marco de priorización transforma la toma de decisiones de un ejercicio de intuición a una estrategia basada en datos, ayudando a los equipos a enfocarse en las iniciativas que impulsan el crecimiento, la innovación y resultados medibles.
Lleva tus procesos de priorización de proyectos a otro nivel
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FAQ sobre cómo priorizar proyectos
¿Cómo podemos garantizar la objetividad en el proceso de priorización de proyectos?
La objetividad se logra a través de transparencia y evaluaciones basadas en criterios claros. Utiliza modelos de puntuación, involucra stakeholders de diferentes áreas y automatiza los cálculos siempre que sea posible mediante herramientas PPM. Así minimizarás los sesgos y garantizarás que las decisiones estén basadas en datos—no en quién grita más fuerte.
¿Cuál es la diferencia entre priorización de proyectos y selección de proyectos?
La selección de proyectos consiste en decidir si un proyecto debe aprobarse o no. La priorización de proyectos, en cambio, trata de clasificar los proyectos aprobados o propuestos para determinar en qué orden deben ejecutarse en función de su valor, urgencia y viabilidad.
¿Pueden los equipos ágiles beneficiarse de una priorización formal de proyectos?
Por supuesto. Ser ágil no significa «no priorizar»—significa priorizar de forma continua. Los equipos ágiles suelen realizar grooming de backlog y planificación de sprints como pasos de micro-priorización, pero las iniciativas más grandes también necesitan una priorización estratégica para asegurarse de que los equipos no estén corriendo en la dirección equivocada.